A uno puede no gustarle
Daniel Samper. Pueden no
gustarle sus columnas, sus intervenciones en las redes sociales, su trabajo como
director de la revista Soho. Pueden parecerle de mal gusto. Y que a uno no le
guste él, o no le guste su trabajo, o le parezca de mal gusto, no le da, bajo
ninguna circunstancia, el derecho de decir mentiras ni de acusarlo de delitos
terribles como lo hizo Álvaro Uribe Vélez la semana pasada.
Fui alumno de Samper en el bachillerato y sé que es un buen ser humano. Un
profesor que se dedicó a promover el amor por los libros y las letras en sus
alumnos adolescentes, con éxito. Un profesor que fue mucho más allá de ganarse
el salario y como ningún otro, enseñó a querer leer. A Colombia le hacen falta profesores como él, para evitar el próximo
rumor sobre la existencia de la Unión Soviética.
Una de las clases de Samper era sobre el ciudadano
chino que armado con su cuerpo y nada más, se enfrentó a una columna de tanques
en junio 1989 en la plaza de Tiananmen. Hablaba de la consecuencia en la vida del ser
humano, de la necesidad de defender las ideas sin necesidad de violencia. Era una invitación a debatir con
honestidad, haciéndole caso sin remedio a los huesos. El
Centro Democrático opera como una máquina de producir información. Como una
columna de tanques dispuesta a lo que sea para conseguir su objetivo. Y Samper, hoy, guardadas las obvias
proporciones, está parado enfrente de esos tanques, dispuesto a detenerlos.
Es sorprendente que
inclusive militantes de ese partido, que fueron también alumnos de Samper, estén
replicando esa infamia contra su profesor. De hecho, y esto plantea un asunto mayor,
hoy están más cerca de Popeye, el sicario, que de Daniel, el profesor que trató
de que no tragaran entero, de que leyeran.
Lo que el senador y expresidente hizo con Samper
no es extraño en su repertorio. Durante su gobierno estigmatizó periodistas y opositores, los persiguió
con el aparato de inteligencia del Estado. Ahora como ex, continúa haciéndolo
de una manera muy peligrosa para todo el que se atreva a denunciar sus abusos,
los de sus hijos y otros personajes cercanos. Las víctimas de Uribe no son pocas y son víctimas de un comportamiento premeditado,
que no consulta ni los más mínimos estándares de la ética. #PorElRespeto
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente vision de la situación que comparto plenamente; a uno puede no gustarle la crítica, lo que los demás piensan de uno en cualquier aspecto, personal, profesional, etc., pero es equivocado salir a agredir a los críticos con mentiras.
ResponderEliminarEl tratar de infringir daño a nuestros críticos, denota nuestra intolerancia, nuestra falta de objetividad, y la poca disposición al debate con argumentos, algo propio de dictadores y sátrapas.
Gracias, muchas gracias por su amable comentarios.
EliminarTe aplaudo a manos rotas
ResponderEliminarMuchas gracias María. Qué bueno que te haya gustado.
EliminarPerfecto ejemplo de lo que un buen profesor puede hacer por la sociedad. Que no se trague entero y que no piensen que el pueblo ignorante sigue como borrego al que vocifera más duro.
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario. La de profesor es una faceta que muy pocos conocemos de Daniel y que valía la pena comentar.
Eliminar