miércoles, 6 de septiembre de 2017

¿Quién le teme al papa?


El comportamiento de algunos líderes de la derecha colombiana es curioso frente a la visita del papa. Y delata lo que sienten: miedo. Ellos saben que la visita de Francisco será difícil de superar como promotores del conflicto que son.

Y sienten miedo porque saben que viene a decirles que no es posible que se sigan oponiendo, mezquinos y mentirosos, a que en Colombia nos dejemos de matar por razones puramente electorales.

Dicen entonces que el Gobierno usa políticamente la visita. Con esto le quitan el reconocimiento de Jefe de Estado que tiene el papa a quien el presidente Santos recibirá como merece su condición: como un Jefe de Estado. Ahora, si alguien ha tratado de hacer un uso político, no solo de la visita, sino de la figura misma del papa, ese ha sido Álvaro Uribe, quien en una carta acomodada y mañosa repite su disco rayado con una visión apocalíptica de la realidad colombiana que él añora.

Tanto así que en entrevista concedida a Yamid Amat para El Tiempo, Guillermo León Escobar, embajador de Colombia ante la Santa Sede y amigo de Francisco, dice lo siguiente:El papa tiene presentes los acuerdos de paz, tiene presentes las triquiñuelas que algunos utilizaron para que no viniera, gente que ha escrito y dicho que sería bueno que el papa no viniera ahora, sino en un próximo gobierno”.

¿Por qué? Porque saben que todos los apoyos internacionales que tuvo el proceso de paz y que está teniendo su implementación, son irrelevantes en la Colombia profunda, la Colombia rural. Pero en tratándose de Francisco, no es así. A los campesinos colombianos les tiene sin cuidado Trump, Theresa May, Angela Merkel o Felipe VI. Pero la historia con el papa es a otro precio.

Y al final, el asunto es que ya no se trata de un apoyo al proceso de paz por parte del papa. Él está en Colombia porque en efecto se firmó un acuerdo y el resultado es que hay menos muertos. El papa no viene a apoyar la paz, viene a apoyar la reconciliación y los únicos que hoy la impiden son esos líderes, tan de misa y moza, que ya no saben qué hacer para evitar una reprimenda del único líder del mundo al que temen porque su influencia en todos aquellos que han engañado, es aún mayor que la de ellos mismos.