viernes, 23 de noviembre de 2018

Un joven ya viejo


Durante la campaña que llevó a Iván Duque a la presidencia, observamos que el equipo de comunicaciones del entonces candidato construyó para él un discurso que, gracias a la juventud del candidato, permitía compararlo con líderes mundialescontemporáneos como Emmanuel Macron o Justin Trudeau. Todo parece indicar que nuestro presidente se parece a los otros dos en su rápido ascenso en la política y en que son contemporáneos. No en mucho más.

Si el espíritu político Duque es en efecto el de la renovación, tiene entonces ante sí una oportunidad de oro para marcar un hito en la historia política colombiana. De lo contrario será, como lo dijo el mismísimo Trump, un presidente más de Colombia.

El asunto va mucho más allá de simplemente enunciar el parecido y exige acciones concretas que permitan materializar la comparación. Macron y Trudeau han defendido durante sus gobiernos una agenda liberal marcada por la clara defensa de los derechos de las minorías, el respeto por las libertades individuales y en el caso de Trudeau, un cambio en el enfoque a lamirada del problema de las drogas, que permitió la legalizacióndel consumo de marihuana con fines recreativos en Canadá.

Además, y en esto se parece a Macron, su actitud con el fenómeno migratorio ha sido abierta y solidaria, como lo demostró en enero de 2017 cuando ledio la bienvenida a Canadá a los refugiados que quisieran asentarse en ese país después de la decisión inhumana de Donald Trump que bloqueaba su llegada a los Estados Unidos.

Por su parte, Macron, además de mostrar la cara de la renovación en la política europea, presentándose como alternativa a los partidos de la política tradicional, se ha enfrentado a la fuerza de la derecha francesa en cabeza de Marine LePen, en un momento crítico para Francia en materia de xenofobia y en el marco del fenómeno migratorio que preocupa a toda Europa y en donde ha probado ser un líder amable y comprensivo. Con su discurso en el acto de conmemoraciónde los 100 años del fin de la Primera Guerra Mundial, sin mencionarla, confrontó la política aislacionista de Trump al hacer un llamado al multilateralismo por encima del nacionalismo en lo que se puede interpretar como una crítica para el muy mentado America First o el también famoso y reencauchado make America great again de Reagan.

Macron y Trudeau, son líderes que actúan más allá de las ambiciones temporales de la política cotidiana y ejecutan políticas públicas que propenden hacia la construcción de una sociedad mejor, más tolerante y en donde el factor humano en la toma de decisiones se torna fundamental.

Tristemente, las pistas que dejan los primeros meses de Duque en la casa de Nariño, indican un estilo de liderazgo contrario al que caracteriza a Macron y Trudeau. Así como Macron derrotó a los partidos tradicionales, IvánDuque no deja de ser el designado dentro de un partido que si bien no cuenta con muchos años de historia, sí representa la forma que históricamente ha sido la más sucia para hacer política en Colombia.

Elreforzamiento del enfoque punitivo en cuanto al manejo del problema de lasdrogas es otro evidente ejemplo. Al lanzar su política para enfrentar el problema con bombos y platillos en la Casa de Nariño, insistió en la necesidad de tratar el asunto de manera integral, campo en el que ni siquiera se han oído anuncios. Pero, además se constituye en una medida absurda si se tiene en cuenta, como lo demuestra Ricardo Ávila en este editorial dePortafolio, que el asunto de la marihuana es en realidad una oportunidad para diversificar las exportaciones.

Y como si fuera poco, el factor humano en la toma de decisiones de gobierno tampoco parece importar demasiado. Su ministro de hacienda, un personaje capaz de decir que el salario mínimo en uno de los países más desiguales del mundo es “ridículamente alto”, diseñóuna reforma tributaria, que bautizada con el eufemismo de ley definanciamiento, pretende gravar con IVA los alimentos después de que durante toda la campaña y aun cuando ocupaba su curul en el Senado dedicó todos su esfuerzos a producir declaraciones, cuando no mentirosas, llenas de verdades a medias en el sentido por ejemplo de lo elevados que resultan los impuestos en Colombia.

Dicen que la lengua es el azote del culo. Y a Duque, gracias a la memoria infinita de las redes sociales ya empiezan a pesarle esas declaraciones, que se han constituido en uno de los factores para el desplome de su imagen y aprobación en las encuestas.

Pero no es todo. El presidente Duque, publicitado en días de campaña como el genio de la economía naranja, no ha sido capaz de ilustrar a los ciudadanos sobre las particularidades de ese concepto y cómo es que se va a convertir en uno de los principales motores de la economía. Estando en la UNESCO, ni más ni menos, sentado al lado de su directora, atinóa decir algo así como que la economía naranja tiene siete pilares, como sieteenanos tenía el cuento de Blanca Nieves, o siete notas son las de la escala musical.

La única aproximación que tiene el ciudadano común al enredo naranja, son los frecuentes encuentros que elPresidente Duque sostiene con cuanto reguetonero hay. Movida que no solo no resulta creíble, sino que además hace parecer que esos encuentros tuvieran como propósito mantener en el imaginario popular la idea de que el presidente eterno sigue gobernando.

En fin, los primeros tres meses de Duque develan un Gobierno sin norte, víctima de su propia politiquería electoral y más aún, de sus propias y repetidas mentiras, vociferadas desde una oposición visceral que hoy le cobra su factura en el estado de ánimo de la opinión. Un gobierno superficial como el que más y sobre todo un gobierno que sin con alguno se quiere comparar, debería ser con el de Donald Trump.