jueves, 10 de noviembre de 2016

Tres elecciones, un mismo fenómeno global

Primero el Brexit, la consulta popular que le preguntó los habitantes de la Gran Bretaña si querían permanecer en la Unión Europea. El resultado: 51,9% de los votos a favor del Brexit y 48,1% por permanecer.

Después el Plebiscito, la consulta a los colombianos sobre si estaban de acuerdo o no con los acuerdos alcanzados entre el Gobierno del Presidente Santos y las FARC en La Habana. El resultado:  50,21% en contra y 49,78% a favor.

Para rematar, las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Cuando escribo esto Trump ya era ganador con el 51,8% de los colegios electorales y Clinton con el 42,37%, cuando faltan algunos estados por contabilizar.

Lo primero que cualquiera ve es que en los tres casos los resultados son cerrados. Ninguna es una gran diferencia frente a la de su rival. Muestra que aunque los tres escenarios son disímiles, pueden existir factores globales que terminan por afectar los resultados democráticos.

En los tres casos las encuestas fueron protagonistas de la antesala y del día de las elecciones. En los tres casos se equivocaron. En el Brexit, le daban tranquilidad al remain y sentaron las bases para la despreocupación de Cameron y la consecuente falta de liderazgo frente a la elección; en el caso colombiano, provocaron que los promotores independientes de la campaña por el Sí en el plebiscito bajaran la guardia a la voz de sirena de los resultados estadísticos halagüeños y, en el caso de los Estados Unidos, no le dieron la suficiente importancia al fenómeno anti-Clinton que provocó la subida de Trump.

Los tres fenómenos más que votos a favor recibieron los votos en contra del otro: en el Brexit, rechazo a Cameron, en el plebiscito, rechazo a Santos y a su Gobierno y en las elecciones gringas, rechazo a lo que es y representan Hillary Clinton y el partido Demócrata, que además, según el péndulo político en Estados Unidos, llegó a su clímax de desgaste después de los ocho años de los gobiernos de Barack Obama.

“Don’t boo, vote…” Más de una vez se le oyó a Obama esté llamado a la acción que responde a un miedo que en cada uno de los tres casos, se hizo realidad: la indiferencia de los electores. Un titular de un artículo en el periódico El Tiempo de Bogotá firmado por José Ángel Hernández lo expresa magistralmente: “'Brexit': el día en que los viejos decidieron el futuro de los jóvenes( http://www.eltiempo.com/mundo/europa/que-significa-el-brexit/16633309). Pasó también en Colombia y en los Estados Unidos.

La causa de este fenómeno es la desconfianza. La profunda desconfianza que tiene la ciudadanía en las instituciones. Ethan Zuckerman, profesor de MIT e invitado especial a la entrega del Premio de Periodismo Simón Bolívar lo decía en su discurso durante esa ceremonia, "Esta no es una crisis de civismo, es una crisis de confianza, específicamente una crisis de confianza en las instituciones" (http://premiosimonbolivar.com/pdf/577890.pdf). Y es una crisis que se da porque la ciudadanía no siente que su voto vaya a significar un cambio real en lo que toca a su vida cotidiana. Por su parte, David Remnick, en su artículo del New Yorker titulado An American Tragedy lo explica: "Esta elección y los años por seguir serán una prueba de nuestra fortaleza o de la fragilidad de las instituciones americanas. Será una prueba para nuestra seriedad y para nuestra capacidad de resolver nuestros problemas". (http://www.newyorker.com/news/news-desk/an-american-tragedy-donald-trump)

Esta crisis de indiferencia va a tener consecuencias positivas en el mediano plazo, porque al final, y mal que bien, los ciudadanos van a mirar en retrospectiva los fenómenos que ocurrieron y llegarán a la conclusión de que indudablemente estaban mejor, eran más libres, tenían más derechos garantizados. Estamos condenados a una crisis de unos seis u ocho años, que al final fortalecerá el sistema democrático porque los ciudadanos entenderán un poco mejor el valor de su voto. 

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